Adelantando la hora
para huir en lo posible a la canícula anunciada en lo que ha sido la
primera ola de calor de este verano, nos reunimos en lugar
acostumbrado, celebrando el acierto del adelanto.
Ya en los primeros
momentos y antes de salir de la ciudad tuvimos que hacer una parada
técnica para intentar solventar los pequeños desajustes que
presentaba la montura de nuestro Lidel, hecho infructuoso, pues al
final se vio obligado a tener que cambiarla, es decir volver a boxes
y recuperar a la “Campeona”.
Una vez reincorporado
este al grupo partimos dirección carretera de Valencia hasta la
subestación eléctrica para por los caminos y pistas que transitan
por tierras melgoseras enlazar al antiguo camino de Cañete y desde
allí por carretera hacia los Palancares, no sin antes el volver a
parar para intentar averiguar en esta ocasión los ruidos que
producía la montura de Fernando, algo que quedo en un pequeño
descuido ya que estos se producían por falta de engrase en la
cadena, a lo que llevo a nuestro reportero gráfico particular a
manifestar su cansancio, a la vez que hartazgo para manifestar que se
debe acudir a las convocatorias con nuestra monturas debidamente
lavadas y engrasada, es decir, en perfecto estado de revista.
Repuestos nuestros
bidones de agua fresquita en la fuente del royo, continuamos hasta
alcanzar el campamento de la hispanidad, ascender a la casa del
forestal y bajar hasta el camino que conduce a la estación del
ferrocarril para volver hasta las torcas, donde en la del lobo
hicimos nuestra habitual parada para aparte de reponer fuerzas
inmortalizar el momento, pequeña discusión sobre los siempre tan
malogrados estatutos y continuamos marcha.
Una vez alcanzada la
carretera subimos para adentrarnos a la pista que lleva ala finca de
Cotillas, pero que nosotros continuamos camino dirección Palomera,
para llegar a coger la senda de los Palos y después de esta la de
las pocetas y llegar así al mencionado pueblo, donde pudimos
disfrutar de la frescura del agua de su fuente a la par que
saboreamos unas cervecitas, para deleite del grupo y envidia de
otros “ciclistillas” que también pararon en el mismo lugar.
Bajamos por la
carretera tranquilamente hasta llegar a la puerta de Valencia, donde
la cabeza del grupo opto por ascender por el barrio del Cristo del
Amparo y Fátima y llegar a la terraza del bar Avenida, donde pusimos
punto y final a la salida de hoy, bajo la queja de algún miembro del
club, manifestando de que habíamos ido durante toda la marcha con el
sol en el lomo, haciendo el resto del grupo la aclaración de que no,
que lo habíamos hecho “al fresquito”.
Al final 52 kms que
resultaron ser bastante entretenidos.
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