viernes, 4 de octubre de 2019

CAMINO DE UCLÉS (Hasta CUENCA)


Después de los retos conquistados este año como fueron nuestra vuelta a Valera, la ruta de la vía Verde Ojos negros de Teruel a Sagunto y la ya tradicional Betetabikextreme, nos quedaba por realizar la del Camino Santiaguista de Uclés, algo que llevaba rondando por nuestras cabezas hace ya algún tiempo.

En esta ocasión solamente fuimos tres los miembros de este tan honorable club los que nos dispusimos a hacerlo y mira que ponemos empeño en que nos acompañen mas compañeros, pero ...., por ser tres, casi que nos bautizamos como los “trichinches”.

Comenzó nuestra aventura con un nuevo madrugón ya que fuimos convocados a las 6 de la mañana por parte de Alejandro, (nuestro taxista particular), reunidos todos en la nave de nuestro Lidel y con los equipajes y monturas debidamente colocados partimos hacia Madrid, punto de salida de nuestro particular y peculiar camino.

Solventados los asquerosos atascos desde Arganda, Rivas y ya en el mismo Madrid, este nos dejo a los pies de la basílica catedral de la Almudena a las 8 de la mañana y sin más se despidió de nosotros deseándonos suerte y un buen camino. Una vez colocados los portaequipajes en nuestras bicicletas emprendimos la machar por la ciudad de Madrid.

Nos acercamos a la plaza de la catedral algo desorientados y sin saber muy bien lo que teníamos que hacer, pues las puertas estaban cerradas y tras algunas que otras fotos en la Almudena y en el palacio de Oriente optamos por seguir haciendo un poco de turismo y por la calle Mayor dirigirnos hasta la plaza del teatro real para continuar hasta la puerta del Sol, más fotos y seguimos hasta la plaza mayor, donde ya comenzamos a comprobar que aunque lentamente la ciudad comenzaba a despertar, pues hasta el momento por el lugar donde transitábamos la mayoría de las cafeterías estaban cerradas.

Decidimos el buscar la iglesia de Santiago que se encuentra situada en la plaza del mismo nombre, para que nos pusieran nuestro primer sello en nuestras credenciales e iniciar así nuestra aventura. Pues nuestro gozo en un pozo, tras deambular un rato por las calles del centro y tirando dele Google maps de nuestro sherpa al final dimos con ella para comprobar que no abrían las puertas hasta las 10 de la mañana, y ahora qué?, ale a bajar de nuevo a la catedral para ver si allí habían sido algo mas madrugadores y podían atendernos, pues más de lo mimo, al final por la puerta que da entrada al museo de la catedral nos atendieron dos amables secretarias para indicarnos que en la catedral ya no participaban de esta fiesta y que no podían sellar nuestras credenciales.

Al final volvimos a las puertas de la iglesia de Santiago y optamos por esperar a que se acercara la hora mientras en el bar de al lado desayunábamos, puntualmente abrieron las puertas de la iglesia y por fin fuimos correctamente atendidos y selladas nuestras credenciales.

Con algo de retraso sobre el horario previsto y tras dos horas de paseo por la ciudad comenzamos al final nuestra andadura, siguiendo el track marcado por el gps abandonamos iglesia, palacio y catedral bajando por la enrevesada cuesta hasta el puente de Segovia, no sin algún que otro despiste, para tras cruzar al otro lado, situarnos correctamente a la orilla del río Manzanares, en la avenida o vaguada que es conocida como Madrid Río y acompañar al río en su descenso hasta abandonar la capital, observando la gran afluencia de gente que por dicho lugar transitaba bien paseando, corriendo o en bicicleta, algo que gratamente nos sorprendió a los tres, resaltar la gran emoción de nuestro Lidel al contemplar la ya casi total demolición del estadio Vicente Calderón, toda una institución deportiva, centro y cuna de grandes y heroicas gestas futbolísticas.

Este paseo al final va desembocando en otros caminos como el de Perales y el de los vinateros ya a las afueras de la ciudad y que transcurren paralelos al río y al Canal del Manzanares donde se puede contemplar la abundancia de agua que lleva el río, pero que es producida porque por allí ha de venir a dar todas las aguas de la ciudad y donde deben de estar un gran número de depuradoras. Rodando finalmente por el camino de Salmedina y el de los Palos llegamos a la localidad de Rivas, ni que decir que excepto la gran cantidad de cigüeñas que anida en la postrimerías de esta localidad, hasta dicho punto fue de largo el recorrido mas feo de toda nuestra aventura.

Con nuestra credencial sellada en el ayuntamiento continuamos viaje pasando por la Laguna del Campillo y tras cruzar el rió por un vetusto puente de hierro propio de las antiguas películas del oeste, abandonar la compañía de sus aguas, para por la calle de la serrería y junto a la vieja estación de ferrocarril con su museo del tren de vapor hacer entrada a la localidad de “La Poveda”, aquí hicimos una breve parada para tomar un cafelito y obtener un nuevo sello, lugar donde también Mora y nuestro Lidel dejaron el suyo para desquicié del obrero que trabajaba a las puertas del bar, jejejeje.

Retomamos nuestra andanza por el carril bici que lleva hasta Arganda y que ya no abandonamos hasta llegar a dicha población, en esta localidad para cuando nosotros llegamos, se contaba con la presencia de “nuestras majestades”, que al parecer se habían acercado para visitar la ciudad tras los desastres acaecidos por las inundaciones producidas por las lluvias del tifón Dana, aunque en realidad yo creo que era por que sabían de nuestro paso por allí, pero nosotros supimos el pasar desapercibidos, sellar y desaparecer sin hacer ruido ninguno aún a pesar de la expectación creada por nuestra presencia, no sin contar con la inestimable colaboración de un joven policía local, quién nos avisara de la que se nos venia encima a la hora de abandonar Arganda.

En las afueras de la ciudad cogimos la vía verde del Tajuña, esta transcurre paralela a la autovía del este, la A-3, en su casi totalidad y hasta alcanzar una planta cementera y de áridos se va ascendiendo en un largo recorrido a unos porcentajes medios sin apenas descanso, aunque luego también tiene su recompensa en un divertido descenso hasta la población de Morata de Tajuña, lugar donde paramos a reponer fuerzas y saciar nuestra sed.

Al abandonar esta localidad y llegar a la plaza del pueblo, quedamos absortos al descubrir una sede de la falange, donde en el balcón que daba a la plaza ondeaban dos banderas de tamaño media, una con un águila y la otra con el escudo de la falange, cosa inesperada y que sería propia de otra época, pero que viene a corroborar que en esos lares la ley de memoria histórica brilla por su ausencia.

Abandonamos Morata por el la misma vía verde que nos había conducido hasta allí para continuar hasta Perales, donde al igual que la anterior población también comprobamos que todavía quedan vestigios franquistas en la localidad, seguimos por la misma vía hasta llegar a Tielmes, no sin antes cruzar e inmortalizarnos en su puente medieval, obtenido nuestro sello y con los primeros síntomas de cansancio seguimos con nuestro camino por la vía igualmente del mismo nombre hasta llegar a Garabaña, donde nos fue imposible el conseguir que nos sellaran, algo que comenzó a mermar nuestras ganas de mas sellos, pues es un incordió el tener que desviarse del camino a seguir para conseguir el sello y que en algunas poblaciones no tengan ni idea de lo que les estas contando.

Ya a la salida del pueblo abandonamos esta vía para coger la que es conocida como la vía verde del tren de los 40 días y que ya no abandonamos hasta llegar a nuestro destino final, que no era Estremera, pues nuestra posada se encontraba algunos kilómetros mas adelante. Pasado el pueblo y tras rodar por el camino que conduce a Fuentidueña del Tajo y el camino del canal, tras atravesar unos tres túneles llegamos a una zona de urbanizaciones que desembocan en la antigua N-III y ya totalmente desorientados y con ganas de acabar la jornada continuamos sin saber hacia donde, salvo siguiendo las indicaciones de nuestro gps hasta la urbanización del Ballestar para después de subir una pequeña tachuela preguntar por nuestra pensión, a lo que nos respondieron que debíamos de volver sobre nuestras rodadas y dirigirnos a otra urbanización, ya casi anocheciendo y tras nuevas preguntas conseguimos dar con nuestro alojamiento, la pensión del Quijote.

Objetivo alcanzado tras pedalear durante varias horas y un recorrido entre 110 a 120 Kms., una vez tomada posesión de nuestra estancia, ducha, cervecitas, cena y sueño reparador para poder afrontar la siguiente jornada.

Tras desayunar debidamente y colocar nuestros equipajes en nuestras bicicletas partimos con la intención de alcanzar nuestro objetivo en el menor tiempo posible, sin prisa, pero sin pausa.
Por la antigua N-III al igual que en el día anterior alcanzamos la urbanización del Ballestar, pero en esta ocasión con el conocimiento de que tras cruzar el puente que salvan las aguas del río Tajo y desviarnos para esta urbanización y tras cruzar el puente existente en el río Salado ya nos encontramos en la provincia de Cuenca, pues por pistas y caminos de labor que transcurren paralelos a la carretera del whisky llegamos antes de alcanzar Barajas de Melo a uno de los puntos mas curiosos de este camino al “bosque de los Peregrinos”, al abandonar este lugar ocurrió la primera incidencia del día, pues Mora al acercarse a su montura descubrió que esta se encontraba pincha en su rueda delantera, optamos por tirar de botella de gas e inflarla, reanudamos marcha pero antes de llegar a Barajas tuvimos irremediablemente que parar para arreglarla, hecho este que se solvento con gran pericia por parte de nuestro Lidel.

Después de selladas nuestras credenciales a nuestro paso por el pueblo y ya en la salida del mismo, al girar hacia la derecha para coger las pistas que nos indicaban nuestros gps, dimos con lo que viene a ser la mayor cuesta de toda la ruta, algo que debido a su elevado porcentaje en sus inicios y al mal estado del terreno, roto por fuertes torrenteras de agua, hizo que en la primera rampa tuviésemos que poner píe a tierra, para una vez suavizadas estas intentar montar de nuevo, cosa que conseguimos mas adelante, comprobando que aún nos quedaban desniveles iguales o superiores a superar que en la rampa inicial.

Ya en alto encontramos el monolito de la Cruz de los peregrinos, donde se pueden apreciar unas vistas impresionantes y al parecer durante la noche se puede llegar a ver
no se qué de Madrid. Descendemos por pistas y caminos hasta alcanzar la localidad de Huelves, parada para saciar nuestra sed con algún tercio y donde coincidimos con otros tres peregrinos que marchaban a píe, invitándonos uno de ellos a realizar otro camino Santiaguista por tierras canarias, siendo ella comisaria de turismo de una de las islas.

Al salir del pueblo nos encontramos con la segunda incidencia de la jornada, en esta ocasión fue mi montura la que se encontraba pinchada en su rueda delantera, pero también optamos por la opción de dar un poquito de aire y continuar, después de varios desvíos llegamos al final de nuestra aventura vislumbrando desde la lontananza el monasterio y tras un divertido pero breve descenso alcanzar la localidad de Ucles.

Decidimos primero el apaciguar nuevamente nuestra sed y hambre para posteriormente visitar andando el monasterio y así lo hicimos, pero fue una verdadera lastima que este se encontrase celebrando una boda y no se nos permitiera su visita, vuelta al restaurante para recoger nuestras bicis, para nuevamente bajo la destreza de nuestro Lidel reparar la rueda de mi bicicleta y partir hasta nuestro lugar de descanso.

Llegamos a Carrascosa por la carretera que une a estas dos poblaciones depues de rodar los 15 kms que hay de separación entre ambas. Tomamos posesión de nuestro alojamiento y después de las correspondientes duchas y acicalamiento salimos al pub del pueblo para tomar unas cervezas y cenar acompañados de nuestro amigo y compañero Agustín mientras intentábamos ver el aburrido partido de fútbol que en esta ocasión tocaba.

En la tercera jornada nada reseñable a destacar ya que los kilómetros que hicimos hasta alcanzar nuestra localidad fueron en su totalidad por la antigua y casi abandonada N-400.

Tan solo decir que una vez completados los 56 kms que separan Carrascosa de Cuenca, bajamos para que nos sellaran y nos dieran el certificado del camino realizado en el stand del Camino de Uclés en la feria de Naturama
Ojala podamos disfrutar de nuevas aventuras y que seamos un número mayor de participantes, sin más agradecer a mis compañeros el compartir esta aventura conmigo.


A por el próximo reto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.