Tal y como estaba previsto y a la hora indicada hemos partido hasta Beteta, los dos únicos miembros del club que optamos por participar en la salida invernal que organiza una asociación cultural de dicha localidad.
Como siempre que subimos a Beteta durante el trayecto siempre quedamos maravillados, tanto por su exuberante paisaje como por la fauna que avistamos.
Llegamos con el tiempo suficiente para tomar un café y prepararnos para participar en dicha salida, con un mermado grupo, muy bien recibidos por la organización, nos dijeron que mucha gente que en principio iba a acudir, debido a las inclemencias meteorológicas de la semana, hizo que muchos se echarán atrás.
Ya todos reunidos y después de la protocolaria foto para la organización comenzamos con nuestra aventura.
Al final salimos todos juntos dirección a Valsalobre, mucho ánimo entre la chavalería que nos acompañaba, ellos con la intención de realizar la ruta corta, tan grande era su ímpetu como corta su preparación física, decidiendo la organización que se volvieran al pueblo según llegamos Valsalobre.
Hasta allí llegamos por carretera y una vez cruzado el río Guadiela comenzamos la ascensión por las duras rampas que nos llevan por la pista hasta el alto de Valsalobre, dónde después de llegar a la cima y realizar una pequeña reagrupación, casi en el mismo punto donde se separan los recorridos de la carrera Betetabikextremen, igualmente nos separamos los de la corta y los de la larga, siendo únicamente cinco aventureros para realizar el recorrido largo.
A partir de ese punto, y aunque la temperatura en todo momento fue bastante benévola, al igual que con anterioridad habíamos visto restos de nieve y hielo, durante todo el trayecto que realizamos por la "Serrezuela de Valsalobre" y por la pista de los pinares que nos llevaba hasta las salinas de Poveda, rodamos por gran cantidad de tramos nevados y hielo, con mucha precaución, ya que en ocasiones las ruedas se cubrían bastante, oyendo el crujir de los charcos que debajo debería de haber en forma de hielo.
Cuando salimos de esta zona y antes de alcanzar las Salinas, la temperatura ya subió, apareciendo entonces en varias zonas encharcadas el también temido barro, haciendo cada vez más difícil el rodar por dichos tramos.
Alcanzadas las Salinas y después de cruzarnos con alguna manada de cervidos, salimos a la carretera para llegar a Peñalen, si apenas reparar en el pueblo y que ya nos encontrábamos en la provincia de Guadalajara, tras un largo descenso nos adentramos en las pistas que nos llevan por toda la serranía del parque del alto Tajo, acompañando al río hasta llegar al puente del Martinete, habiendo reportado anteriormente agua en una fantástica fuente.
Una vez cruzado el puente, tenemos que remontar hasta la pista por un escarpado sendero, siendo la primera vez, pero no la única, que tenemos que poner pie a tierra y desplazarnos empujando o cargando nuestras monturas, una vez alcanzada la pista, seguimos acompañando al río hasta llegar a la pista que por unas siempre empinadas cuestas nos lleva a la laguna de Taravillas, reagrupación en el alto, ya que como siempre cada uno sube a su ritmo o como puede.
Rápido descenso hasta la laguna, encontrándonos nuevamente con el río Tajo, cruzamos una estrechísima pasarela sobre el mismo y continuamos por una senda, volviendo a empujar de nuevo nuestras bicicletas, hasta llegar a una zona, que en teoría es un área recreativa con bar y restaurante, pero que se encontraba cerrada, decidiendo en la fuente que allí existe el tomar las siempre ponedoras barritas, acompañadas con frutos secos, gentileza de uno de los compañeros, proveyendo nos de agua, ya que según nuestro guía, ya no encontraríamos otro hasta llegar a nuestro destino final.
Desde aquí reanudamos la marcha otra vez con un casi interminable ascenso que resultó ser premonitorio para lo que luego vendría, para finalizar la ascensión más de uno tuvimos que poner pie a tierra, no tanto por la dureza de las rampas que tenía, sino por el estado de la pista, donde el barro cada vez se hacía más presente, nuestras ruedas se emponzoñaban y apenas podíamos rodar, así hasta el alto de la cima, dónde se podía contemplar la mina de caolín de Poveda y la devastación de la sierra que produce, lastima, al final acabará con ella.
En este punto las diferencias entre los participantes parecían acrecentarse, pero todo resultó un mero espejismo, aunque dijimos a nuestros acompañantes que podían abandonarnos si querían y se encontraban más fuertes que nosotros, que lo hicieran, ya que teníamos el track a seguir, la dureza del terreno hizo que aunque en principio lo intentarán, desistiera de ello, pues la acumulación de barro hizo que más de una vez tuviésemos que empujar de nuevo las bicicletas, llegando a coger una increíble cantidad de barro.
Al final después de poder rodar por toda la cresta y pistas del pinar, salimos a uno de los cruces que nos indicaba de bajar por una de las afamadas sendas de la carrera del próximo mes de Junio, desechando tal tramo, para realizar el descenso a Cueva del Hierro por la pista, enlazando posteriormente con la carretera, la cual ya no abandonaríamos hasta llegar a Beteta, haciendo entrada en la plaza del ayuntamiento, justo cuando el reloj daba las 16:00 horas en punto, entre la algarabía y blos aplausos de personal allí reunidos.
Fuimos agasajados con algunas cervecitas y degustamos unas gachas que de sabor estaban muy bien, pero que desde que las hicieron ya estaban "para tapar ratoneras".
De los 5 que completamos la vuelta, no hubo que destacar afortunadamente ningún incidente, salvo alguna caída por culpa del barro y que al llegar al pueblo uno ya no se tenía en pie y tuvo que sentarse irremediablemente y otro comenzó a sufrir tirones y calambres en las piernas, cosa que nos recordó anécdotas anteriores.
Al final entre cervecitas y con algo de cachondeo con el organizador de todo esto, resolvimos que el cartel promotor de todo esto contenía publicidad engañosa, pues los kms y desnivel no eran los correctos, pues al final salieron 68 kms. y unos 1.450 m de desnivel positivo.
Recorrido pesado, nevado, embarrado, escurridizo y aveces duro, dónde nos hizo sufrir algún que otro rato, tanto a nuestros acompañantes, como a nosotros dos, Tapi y Chule, pero que es un auténtico placer y una inmensa delicia el poder rodar por tan bellos y emblemáticos parajes.
Permitidme como de costumbre para cerrar esta crónica el agradecer a los organizadores y gentes de tal evento la acogida y el trato que nos dispensaron, miles de gracias y quedamos enlazados para la próxima cita del mes de Junio.