Después de los retos
conquistados este año como fueron nuestra vuelta a Valera, la ruta
de la vía Verde Ojos negros de Teruel a Sagunto y la ya tradicional
Betetabikextreme, nos quedaba por realizar la del Camino Santiaguista
de Uclés, algo que llevaba rondando por nuestras cabezas hace ya
algún tiempo.
En esta ocasión
solamente fuimos tres los miembros de este tan honorable club los que
nos dispusimos a hacerlo y mira que ponemos empeño en que nos
acompañen mas compañeros, pero ...., por ser tres, casi que nos
bautizamos como los “trichinches”.
Comenzó nuestra
aventura con un nuevo madrugón ya que fuimos convocados a las 6 de
la mañana por parte de Alejandro, (nuestro taxista particular),
reunidos todos en la nave de nuestro Lidel y con los equipajes y
monturas debidamente colocados partimos hacia Madrid, punto de salida
de nuestro particular y peculiar camino.
Solventados los
asquerosos atascos desde Arganda, Rivas y ya en el mismo Madrid, este
nos dejo a los pies de la basílica catedral de la Almudena a las 8
de la mañana y sin más se despidió de nosotros deseándonos suerte
y un buen camino. Una vez colocados los portaequipajes en nuestras
bicicletas emprendimos la machar por la ciudad de Madrid.
Nos acercamos a la
plaza de la catedral algo desorientados y sin saber muy bien lo que
teníamos que hacer, pues las puertas estaban cerradas y tras algunas
que otras fotos en la Almudena y en el palacio de Oriente optamos por
seguir haciendo un poco de turismo y por la calle Mayor dirigirnos
hasta la plaza del teatro real para continuar hasta la puerta del
Sol, más fotos y seguimos hasta la plaza mayor, donde ya comenzamos
a comprobar que aunque lentamente la ciudad comenzaba a despertar,
pues hasta el momento por el lugar donde transitábamos la mayoría
de las cafeterías estaban cerradas.
Decidimos el buscar
la iglesia de Santiago que se encuentra situada en la plaza del mismo
nombre, para que nos pusieran nuestro primer sello en nuestras
credenciales e iniciar así nuestra aventura. Pues nuestro gozo en
un pozo, tras deambular un rato por las calles del centro y tirando
dele Google maps de nuestro sherpa al final dimos con ella para
comprobar que no abrían las puertas hasta las 10 de la mañana, y
ahora qué?, ale a bajar de nuevo a la catedral para ver si allí
habían sido algo mas madrugadores y podían atendernos, pues más de
lo mimo, al final por la puerta que da entrada al museo de la
catedral nos atendieron dos amables secretarias para indicarnos que
en la catedral ya no participaban de esta fiesta y que no podían
sellar nuestras credenciales.
Al final volvimos a
las puertas de la iglesia de Santiago y optamos por esperar a que se
acercara la hora mientras en el bar de al lado desayunábamos,
puntualmente abrieron las puertas de la iglesia y por fin fuimos
correctamente atendidos y selladas nuestras credenciales.
Con algo de retraso
sobre el horario previsto y tras dos horas de paseo por la ciudad
comenzamos al final nuestra andadura, siguiendo el track marcado por
el gps abandonamos iglesia, palacio y catedral bajando por la
enrevesada cuesta hasta el puente de Segovia, no sin algún que otro
despiste, para tras cruzar al otro lado, situarnos correctamente a la
orilla del río Manzanares, en la avenida o vaguada que es conocida
como Madrid Río y acompañar al río en su descenso hasta abandonar
la capital, observando la gran afluencia de gente que por dicho lugar
transitaba bien paseando, corriendo o en bicicleta, algo que
gratamente nos sorprendió a los tres, resaltar la gran emoción de
nuestro Lidel al contemplar la ya casi total demolición del estadio
Vicente Calderón, toda una institución deportiva, centro y cuna de
grandes y heroicas gestas futbolísticas.
Este paseo al final va
desembocando en otros caminos como el de Perales y el de los
vinateros ya a las afueras de la ciudad y que transcurren paralelos
al río y al Canal del Manzanares donde se puede contemplar la
abundancia de agua que lleva el río, pero que es producida porque
por allí ha de venir a dar todas las aguas de la ciudad y donde
deben de estar un gran número de depuradoras. Rodando finalmente
por el camino de Salmedina y el de los Palos llegamos a la localidad
de Rivas, ni que decir que excepto la gran cantidad de cigüeñas que
anida en la postrimerías de esta localidad, hasta dicho punto fue
de largo el recorrido mas feo de toda nuestra aventura.
Con nuestra
credencial sellada en el ayuntamiento continuamos viaje pasando por
la Laguna del Campillo y tras cruzar el rió por un vetusto puente de
hierro propio de las antiguas películas del oeste, abandonar la
compañía de sus aguas, para por la calle de la serrería y junto a
la vieja estación de ferrocarril con su museo del tren de vapor
hacer entrada a la localidad de “La Poveda”, aquí hicimos una
breve parada para tomar un cafelito y obtener un nuevo sello, lugar
donde también Mora y nuestro Lidel dejaron el suyo para desquicié
del obrero que trabajaba a las puertas del bar, jejejeje.
Retomamos nuestra
andanza por el carril bici que lleva hasta Arganda y que ya no
abandonamos hasta llegar a dicha población, en esta localidad para
cuando nosotros llegamos, se contaba con la presencia de “nuestras
majestades”, que al parecer se habían acercado para visitar la
ciudad tras los desastres acaecidos por las inundaciones producidas
por las lluvias del tifón Dana, aunque en realidad yo creo que era
por que sabían de nuestro paso por allí, pero nosotros supimos el
pasar desapercibidos, sellar y desaparecer sin hacer ruido ninguno
aún a pesar de la expectación creada por nuestra presencia, no sin
contar con la inestimable colaboración de un joven policía local,
quién nos avisara de la que se nos venia encima a la hora de
abandonar Arganda.
En las afueras de la
ciudad cogimos la vía verde del Tajuña, esta transcurre paralela a
la autovía del este, la A-3, en su casi totalidad y hasta alcanzar
una planta cementera y de áridos se va ascendiendo en un largo
recorrido a unos porcentajes medios sin apenas descanso, aunque luego
también tiene su recompensa en un divertido descenso hasta la
población de Morata de Tajuña, lugar donde paramos a reponer
fuerzas y saciar nuestra sed.
Al abandonar esta
localidad y llegar a la plaza del pueblo, quedamos absortos al
descubrir una sede de la falange, donde en el balcón que daba a la
plaza ondeaban dos banderas de tamaño media, una con un águila y la
otra con el escudo de la falange, cosa inesperada y que sería propia
de otra época, pero que viene a corroborar que en esos lares la ley
de memoria histórica brilla por su ausencia.
Abandonamos Morata por
el la misma vía verde que nos había conducido hasta allí para
continuar hasta Perales, donde al igual que la anterior población
también comprobamos que todavía quedan vestigios franquistas en la
localidad, seguimos por la misma vía hasta llegar a Tielmes, no sin
antes cruzar e inmortalizarnos en su puente medieval, obtenido
nuestro sello y con los primeros síntomas de cansancio seguimos con
nuestro camino por la vía igualmente del mismo nombre hasta llegar a
Garabaña, donde nos fue imposible el conseguir que nos sellaran,
algo que comenzó a mermar nuestras ganas de mas sellos, pues es un
incordió el tener que desviarse del camino a seguir para conseguir
el sello y que en algunas poblaciones no tengan ni idea de lo que les
estas contando.
Ya a la salida del
pueblo abandonamos esta vía para coger la que es conocida como la
vía verde del tren de los 40 días y que ya no abandonamos hasta
llegar a nuestro destino final, que no era Estremera, pues nuestra
posada se encontraba algunos kilómetros mas adelante. Pasado el
pueblo y tras rodar por el camino que conduce a Fuentidueña del Tajo
y el camino del canal, tras atravesar unos tres túneles llegamos a
una zona de urbanizaciones que desembocan en la antigua N-III y ya
totalmente desorientados y con ganas de acabar la jornada continuamos
sin saber hacia donde, salvo siguiendo las indicaciones de nuestro
gps hasta la urbanización del Ballestar para después de subir una
pequeña tachuela preguntar por nuestra pensión, a lo que nos
respondieron que debíamos de volver sobre nuestras rodadas y
dirigirnos a otra urbanización, ya casi anocheciendo y tras nuevas
preguntas conseguimos dar con nuestro alojamiento, la pensión del
Quijote.
Objetivo alcanzado tras
pedalear durante varias horas y un recorrido entre 110 a 120 Kms.,
una vez tomada posesión de nuestra estancia, ducha, cervecitas, cena
y sueño reparador para poder afrontar la siguiente jornada.
Tras desayunar
debidamente y colocar nuestros equipajes en nuestras bicicletas
partimos con la intención de alcanzar nuestro objetivo en el menor
tiempo posible, sin prisa, pero sin pausa.
Por la antigua N-III
al igual que en el día anterior alcanzamos la urbanización del
Ballestar, pero en esta ocasión con el conocimiento de que tras
cruzar el puente que salvan las aguas del río Tajo y desviarnos para
esta urbanización y tras cruzar el puente existente en el río
Salado ya nos encontramos en la provincia de Cuenca, pues por pistas
y caminos de labor que transcurren paralelos a la carretera del
whisky llegamos antes de alcanzar Barajas de Melo a uno de los puntos
mas curiosos de este camino al “bosque de los Peregrinos”, al
abandonar este lugar ocurrió la primera incidencia del día, pues
Mora al acercarse a su montura descubrió que esta se encontraba
pincha en su rueda delantera, optamos por tirar de botella de gas e
inflarla, reanudamos marcha pero antes de llegar a Barajas tuvimos
irremediablemente que parar para arreglarla, hecho este que se
solvento con gran pericia por parte de nuestro Lidel.
Después de selladas
nuestras credenciales a nuestro paso por el pueblo y ya en la salida
del mismo, al girar hacia la derecha para coger las pistas que nos
indicaban nuestros gps, dimos con lo que viene a ser la mayor cuesta
de toda la ruta, algo que debido a su elevado porcentaje en sus
inicios y al mal estado del terreno, roto por fuertes torrenteras de
agua, hizo que en la primera rampa tuviésemos que poner píe a
tierra, para una vez suavizadas estas intentar montar de nuevo, cosa
que conseguimos mas adelante, comprobando que aún nos quedaban
desniveles iguales o superiores a superar que en la rampa inicial.
Ya en alto encontramos
el monolito de la Cruz de los peregrinos, donde se pueden apreciar
unas vistas impresionantes y al parecer durante la noche se puede
llegar a ver
no se qué de Madrid.
Descendemos por pistas y caminos hasta alcanzar la localidad de
Huelves, parada para saciar nuestra sed con algún tercio y donde
coincidimos con otros tres peregrinos que marchaban a píe,
invitándonos uno de ellos a realizar otro camino Santiaguista por
tierras canarias, siendo ella comisaria de turismo de una de las
islas.
Al salir del pueblo
nos encontramos con la segunda incidencia de la jornada, en esta
ocasión fue mi montura la que se encontraba pinchada en su rueda
delantera, pero también optamos por la opción de dar un poquito de
aire y continuar, después de varios desvíos llegamos al final de
nuestra aventura vislumbrando desde la lontananza el monasterio y
tras un divertido pero breve descenso alcanzar la localidad de Ucles.
Decidimos primero el
apaciguar nuevamente nuestra sed y hambre para posteriormente visitar
andando el monasterio y así lo hicimos, pero fue una verdadera
lastima que este se encontrase celebrando una boda y no se nos
permitiera su visita, vuelta al restaurante para recoger nuestras
bicis, para nuevamente bajo la destreza de nuestro Lidel reparar la
rueda de mi bicicleta y partir hasta nuestro lugar de descanso.
Llegamos a Carrascosa
por la carretera que une a estas dos poblaciones depues de rodar los
15 kms que hay de separación entre ambas. Tomamos posesión de
nuestro alojamiento y después de las correspondientes duchas y
acicalamiento salimos al pub del pueblo para tomar unas cervezas y
cenar acompañados de nuestro amigo y compañero Agustín mientras
intentábamos ver el aburrido partido de fútbol que en esta ocasión
tocaba.
En la tercera jornada
nada reseñable a destacar ya que los kilómetros que hicimos hasta
alcanzar nuestra localidad fueron en su totalidad por la antigua y
casi abandonada N-400.
Tan solo decir que
una vez completados los 56 kms que separan Carrascosa de Cuenca,
bajamos para que nos sellaran y nos dieran el certificado del camino
realizado en el stand del Camino de Uclés en la feria de Naturama
Ojala podamos
disfrutar de nuevas aventuras y que seamos un número mayor de
participantes, sin más agradecer a mis compañeros el compartir esta
aventura conmigo.
A por el próximo
reto.